En el último trimestre de nuestras clases de Educación Física hemos trabajado la “Expresión Corporal”, organizados en dos grupos:
- Un primer grupo de alumnos encargados de realizar unas “pinturas y esculturas vivientes” consistente en la recreación de obras de arte (lo comentaré en la siguiente entrada).
- Y un segundo grupo con la tarea de iniciarse en la producción y puesta en escena de un TEATRO NEGRO.
Ha sido una “ópera prima” para ambas partes -alumnado y profe- por lo que se ha requerido paciencia e ingenio; no era sencillo hacerse con un espacio negro en las instalaciones del centro. Además de conseguir el material necesario (iluminación) y vencer algún que otro sentimiento pesimista de una parte de mi alumnado porque la propuesta saliese adelante.
Todo empezó con la elección del tema sobre el que trataría la historia a representar. El alumnado propuso diversas alternativas y finalmente eligió una historia cuya temática sería el miedo o terror. El guión fue elaborado y retocado hasta el último momento. Para este proyecto el alumnado se ha organizado en diferentes grupos de trabajo con diferentes objetivos. Cada uno de ellos dirigido por un líder-coordinador:
- Un equipo se encargaba de los efectos especiales – música.
- Otro de la interpretación (actores-actrices).
- Por último, el grupo con la tarea de fabricar el material utilizado en el decorado de la representación.
Este proceso ha supuesto un continuo descubrimiento para el alumnado y para mí misma. Hemos aprendido:
- La técnica de la luz negra. La “magia” que consigue que el espectador vea lo que realmente nosotros queremos que vea.
- La aplicación de pinturas y maquillaje fluorescente.
- Dibujar, pintar y recortar objetos para las escenas.
- Dar vida a los objetos creados en el escenario.
- Incluir música y efectos especiales a la historia.
- La organización espacial.
- El trabajo cooperativo entre alumnado y alumnado – profesora.
Como conclusión quisiera destacar lo positivo que me parecen este tipo de propuestas ya que presentan un desafío para el alumnado -y en este caso también para la profesora-, logran superar barreras o miedos a ciertos contenidos de la expresión corporal, que mejoran la participación grupal y la motivación y añaden una recompensa final para el alumnado al sentirse satisfechos con el trabajo realizado.
Inma Martín Prieto 